(01/52) Cheetos para el alma

Édgar MT
3 min readFeb 7, 2022

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La protagonista se dirige a un refrigerador gigante donde está guardada la comida preparada para los banquetes del día. Ella toma un puño de fresas y una pierna de pollo que se come con desesperación; hambrienta. En otro momento toma una rebanada de pastel y en soledad le da una mordida con la que se embarra las manos y las mejillas.

La comida se veía deliciosa. Me daban muchas ganas de estar ahí en su lugar y disponer de ese banquete en refrigeración, qué ganas de jugar alguna vez a tomar comida con las manos y comer sin calma y ningún cuidado. Matar el hambre.

Cuando voy al súper con hambre siempre salgo con cosas que no tenía pensado comprar, queso, pan de caja, aguacate, algún aderezo de mostaza y dos o tres piezas de pan dulce. Algunas veces voy en el camino de vuelta a mi casa urgido por saborearlo o ya de plano, me lo voy comiendo torpemente sorteando el peso de mis bolsas. Caminar por la calle, detenerme en un alto y darle la mordida al pan de elote.

Le platiqué esa escena de la película a un amigo, junto con mi ocurrencia de imaginar lo divertido que sería comer embarrándome la cara y las manos. Me detuvo a media fantasía. Seguro ella estaba comiendo de esa manera por pura ansiedad, me dijo. Tenía razón.

Con pura ansiedad me imagino se refiere a comer en búsqueda de encontrar un pequeño placer en medio de sensaciones tristes o abrumadoras. No sé si tengo razón.

Cuando he salido muy cansado del trabajo, después de una jornada estresante o particularmente demandante, me gusta ir al Oxxo y elegir comida chatarra sabrosa, específicamente me gusta tomar una bolsa de cheetos torciditos. La bolsa grande, aunque me pese que unas frituras sean tan caras y por un segundo de prudencia quiera casi decidirme por las más baratas.

Ni siquiera me espero a llegar a mi departamento para abrir la bolsa, ni espero a lavarme las manos que están sucias por manipular dinero o mi tarjeta de débito que seguro también guarda muchos gérmenes. Ni siquiera me importa otra cosa más que abrir la bolsa y empezar a comerme los palitos de sabor a queso de tal intensidad que ni noto el sabor a moneda, ni a tarjeta de débito BBVA bancomer.

Me meto uno a la boca, luego si por error tomo dos o tres palitos, juntos van a la boca. Lo disfruto mucho. Cuando la bolsa está a la mitad de su contenido me reviso los dedos y me los chupo. Pulgar, índice y medio. Los tres dedos con los que uno sirve pizcas de sal a los guisados. Tres dedos naranjas y brillantes de sus yemas, ahora chupados, son tantito menos naranjas.

Alguna vez jugando en twitter, como si alguna vez no lo hiciera, publiqué que, después de salir de ejercitarme en el gimnasio, se me antojaba comprarme unos chetitos. Y aunque en este caso particular se trate más del impulso que te pide hacer algo malo después de hacer algo bueno, que del impulso de comer por ansiedad, siento que existe una relación en las ganas de buscar un miniplacer inmediato.

Hacer algo malo después de hacer algo bueno es más como mentir después de confesarte o como hacer popó luego-luego después de haberte bañado. Aunque en este caso específico, la imagen en realidad no ilustra la culpita que luego siente uno, pero sí la idea de romper la ilusión de limpieza completa, sin pecados.

Alguna otra vez pregunté en twitter cuál era su comfort food preferida después de un día estresante, los míos los cheetos, puse. Cada like validaba mi desafortunada manera de lidiar con la ansiedad, cada like validaba que darme apapachitos de grasas saturadas estaba bien.

Spencer, la película que contiene la escena a la que me refería al principio, ilustra una escena que se me antojaba envidiable y apetitosa, pero al pensarle tantito, resolví que ilustra una escena de tensión entre la protagonista y la comida, con sus dolores del corazón.

Los dolores que me hacen comer cheetos afortunadamente vienen de lugares menos del pecho y más cotidianos. A ver si voy lidiando con frustraciones laborales con palitos de zanahoria o dibujando caritas enojadas o escribiendo parrafitos de ya no aguanto.

Mi primer entrada de este reto en este año. A ver qué nos sale.

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